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Una invitación personal…


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Todos los datos que han sido recibidos se guardarán en el más absoluto secreto y lo mismo deberá hacer usted con los materiales que irá recibiendo…
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Eventualmente usted podrá entrar en contacto con un Frater o Sor designado por la Orden de forma personal.
Mi función es ayudarte a crecer y conocerte en este Sendero a la Luz.
Muy bienvenido nuevamente, ahora a nuestro Círculo de Amigos.
 
Un Abrazo Fraterno. Lux in tenebris…
ODEN-INTELECTO-VIRTUD
 
Fr:. Sigillus
93.93/93

La Conspiración de los Iluminados de Baviera

81UUj7pLVpLHaciendo historia….

La conspiración de los Iluminados de Baviera

 Hasta cumplir los 36 años, la vida de Adam Weishaupt era la de un respetable burgués en la Alemania del siglo XVIII. Nacido en Ingolstadt, ciudad del entonces Estado independiente de Baviera. Quedó huérfano desde muy pequeño, pero su tío cuidó de su educación y lo matriculó en un colegio de jesuitas. Concluidos los estudios, muy pronto Weishaupt empezó a dar lecciones en la universidad de su ciudad natal, se casó y fundó una familia. Pero en 1784, el gobierno bávaro descubrió que el digno profesor de derecho eclesiástico era un peligroso revolucionario y ordenó su busca y captura.

Weishaupt, en efecto, tenía una personalidad inquieta. Siendo muy joven, había entrado en contacto con las obras de los filósofos franceses, que pudo leer en la biblioteca de su tío; ello le hizo tomar conciencia del poder que tenían la monarquía y la Iglesia para mantener a la población sometida y engañada. Convencido de que las ideas religiosas no resultaban lo bastante sólidas como para cimentar sobre ellas el gobierno de un mundo dominado por el materialismo, decidió buscar otro tipo de «iluminación» que se aviniera con sus ideales y que permitiera su aplicación práctica en la vida real. En esos años la masonería había logrado una gran expansión en Europa, incluida Alemania, y Weishaupt pensó en un primer momento en ingresar en una logia. Pero al final quedó defraudado por las ideas de los masones, y en cambio se empapó de extrañas lecturas sobre los Misterios de los Siete Sabios de Menfis, la Cábala y los secretos de la magia de Osiris. De este modo, decidió fundar una nueva sociedad secreta: la Orden de los Illuminati, los Iluminados, llamada en un primer momento también Asociación de los Perfectibilistas.

El 1 de mayo de 1776, los primeros Iluminados se reunieron para fundar la Orden en un bosque próximo a Ingolstadt, a la luz de las antorchas. Eran sólo cinco: Weishaupt y cuatro de sus estudiantes. Allí se fijaron las normas que regularían la Orden. Nadie podía acceder a ella por deseo propio, sino por consentimiento de sus miembros, y éstos sólo habrían de ser personas bien situadas social y económicamente. En ese momento, la organización interna de la Orden sólo contemplaba tres grados: los novicios, los minervales y los minervales iluminados. El término «minerval» se refería a la diosa grecorromana de la sabiduría, Atenea o Minerva, pues el objetivo de la Orden era difundir el verdadero conocimiento, o iluminación, sobre los fundamentos de la sociedad, el Estado y la religión.

En los años siguientes, la Orden de Weishaupt experimentó un notable crecimiento, pese a su secretismo; se calcula que en 1782 tenía ya 600 miembros. Entre ellos se contaban personajes relevantes de la vida pública de Baviera, como el barón Adolph von Knigge. Posteriormente, la expansión no se detuvo. Si al principio los Iluminados habían sido exclusivamente estudiantes discípulos de Weishaupt, ahora se contaban entre ellos nobles, políticos y toda clase de profesionales liberales, como médicos, abogados o juristas, así como intelectuales y literatos, entre ellos Herder y Goethe. A finales del año 1784, los Iluminados aseguraban tener entre 2.000 y 3.000 miembros, repartidos por Baviera y el resto de Alemania.

El barón Von Knigge tuvo un papel muy considerable en la organización y expansión de la sociedad. Como antiguo masón, favoreció la adopción de ritos típicos de la masonería. Por ejemplo, los Iluminados recibieron un nombre simbólico, tomado por lo general de la Antigüedad clásica: Weishaupt era Espartaco, Knigge era Filón, el juez Zwack se hacía llamar Catón… Asimismo, se elaboró una jerarquía de la Orden más compleja que la que inicialmente había establecido Weishaupt. En total se establecieron trece grados de iniciación divididos en tres clases. La primera culminaba en el grado de illuminatus minor, la segunda en el de illuminatus dirigens y la tercera en el nivel más elevado, el de príncipe.

El propio Weishaupt explicó cuál era el fin de la sociedad que había fundado. Su propósito, escribió, era «liberar gradualmente de todos los prejuicios religiosos a los cristianos de todas las confesiones y cultivar y reanimar las virtudes de la sociedad con vistas a lograr la felicidad universal, completa y rápidamente realizable». Para ello era necesario crear «un Estado en el que florezcan la libertad y la igualdad, un Estado libre de los obstáculos que la jerarquía, el rango y la riqueza ponen continuamente a nuestro paso», y con ello «no tardará en llegar el momento en el que los hombres sean libres y felices».

 

Traicionados desde dentro

Cuando mejor parecían ir las cosas para la Orden, el horizonte se nubló de repente. Por un lado, se agriaron las relaciones entre Weishaupt y Knigge, hasta el punto de que el segundo decidió abandonar la sociedad. Al mismo tiempo, otro iluminado que se sintió postergado, Joseph Utzschneider, envió una carta a la gran duquesa de Baviera para revelarle las actividades de la Orden. Las acusaciones que se vertían en ese documento eran terribles y en buena parte imaginarias: los Iluminados, según Utzschneider, sostenían que la vida debía regirse por la pasión más que por la razón, que el suicidio era lícito, que se podía envenenar a los enemigos y que la religión era un absurdo y el patriotismo una puerilidad. También sugería que los Iluminados conspiraban a favor de Austria. Advertido por su esposa, en junio de 1784 el duque elector de Baviera promulgó un edicto por el que se prohibía la constitución de cualquier tipo de sociedad no autorizada previamente por las leyes vigentes, al tiempo que se ordenaba el cierre de todas las logias masónicas.

Inicialmente, los Iluminados pensaron que esta prohibición general no los afectaría directamente y que, tras capear el temporal, pronto podrían volver a su anterior actividad.

Pero unos meses después, en marzo de 1785, el soberano bávaro promulgó un segundo edicto que proscribía expresamente a los Iluminados y los conminaba a respetar las leyes del Estado. La policía bávara realizó numerosas detenciones, interrogatorios y registros. En uno de estos registros, en casa de quien fuera la mano derecha de Weishaupt, Franz Xavier von Zwack, se encontraron documentos de lo más comprometedor: una defensa del suicidio y del ateísmo escrita de su puño y letra, el plan para la creación de una rama femenina de la Orden, el proyecto de fabricación de una máquina destinada a guardar archivos o destruirlos en caso necesario, recetas de tinta invisible, fórmulas tóxicas, así como un recibo de aborto, entre otros. Las pruebas, publicitadas hábilmente en la prensa de la época, sirvieron de base para acusar a la Orden fundada por Weishaupt de conspirar contra la religión y el Estado. En agosto de 1787, el duque elector promulgó un tercer edicto en el que se confirmaba la prohibición total de la Orden y se castigaba con la pena de muerte la adhesión a cualquier secta.

Para entonces Adam Weishaupt estaba a buen recaudo en Gotha, ciudad perteneciente a un pequeño principado al norte de Baviera. Allí publicó varias apologías de los Iluminados, en un intento de animar a sus compañeros, pero su lucha fue vana; la feroz represión del duque bávaro logró la total extinción de los Iluminados, salvo un puñado que marchó a Estados Unidos y fundó allí una logia que se consideraba heredera de la sociedad bávara.

Un Héroe Illuminati de dos mundos…

Giuseppe Garibaldi

4 de julio de 1807 – 2 de junio de 1882

Giuseppe Garibaldi (Niza, 4 de julio de 1807 – Caprera, 2 de junio de 1882), militar y político italiano.

Giuseppe Garibaldi nació en Niza, ciudad situada en la costa del Mediterráneo, actualmente en territorio francés cerca de la frontera italiana. Sin embargo, puede considerarse que era italiano, dado que en esa fecha la ciudad de Niza pertenecía al Reino del Piamonte —posteriormente incorporado al Estado italiano con la unificación — habiendo sido Niza cedida a Francia en 1860, a consecuencia de la guerra con Austria. Se hizo notorio históricamente, a causa de su participación en las actividades guerreras vinculadas al proceso que finalmente produjo la unificación política de Italia, durante el segundo y tercer cuarto del Siglo XIX.

Contenido

1 Adolescencia y juventud

2 Estancia y luchas en América

3 Retorno a Italia y segundo exilio

4 Segunda guerra de la independencia

5 Tercera guerra de la independencia y últimas aventuras

6 Bibliografía

Adolescencia y juventud

Era el segundo hijo de su padre, en su juventud trabajó como marinero enrolado en diversas tripulaciones. Estudió de forma irregular, pero siempre le atrajo todo lo relacionado con el mar y la marina. Con 15 años se enroló en un barco mercante, ya en esta época es considerado un héroe por salvar a una chica que había caído a un foso. Su padre lo enroló en la escuela marítima en 1821 para que aprobaran y definieran su nacionalidad. Durante estos primeros viajes estuvo rodeado de hombres de mar con grandes ideales, como el comandante del barco Constanza, Angelo Pesante, que marcaron su personalidad.

En 1827 formó parte del barco Cortese, que zarpó de Niza y estuvo viajando por el Mar Negro, Estambul y Galacia viviendo avatares como la guerra turco-rusa. En 1832 fue capitán de segunda clase en la Clorinda también por el Mar Negro. Esta nave fue apresada por unos piratas turcos, incluso Garibaldi estuvo a punto de ser fusilado, aunque fue herido en la mano, con la ayuda de los demás tripulantes y su primo, consiguieron zafarse de los piratas. Después de 73 meses fuera, Garibaldi volvió de nuevo a Niza. Aunque en 1833 vuelve a partir hacia Estambul en el Henri de Saint-Simon, cuyo comandante es Emile Barrault. Aquí es donde se va a dar a conocer gracias a sus discursos sobre la libertad.

Garibaldi, además de haberse comportado como un idealista, un pirata y un guerrero, en el final de su vida escribe sus «Memorie», y lo hace notablemente. También, por lo tanto, se lo podría considerar un buen escritor de aventuras, agregando una faceta más a un personaje realmente peculiar.

En 1834 formó parte del movimiento de la Joven Italia de Mazzini, entregando su vida a la patria y ganado los galones de capitán en la Marina del Piamonte. Recibió el sobrenombre de Cleombroto, un héroe espartano. Estuvo involucrado en la insurrección del Piamonte, costándole una condena a muerte cuando fue capturado ya que fue considerado como uno de los cabecillas de la revuelta. Es considerado un bandido y tiene que huir, primero a Niza, luego pasa por Marsella (hospedándose en casa de su amigo Giusseppe Pares), se embarca desde aquí hacia el Mar Negro de nuevo, mientras en marzo de 1835 se encontrará en Túnez. Luego consigue irse a Sudamérica partiendo desde Marsella en el bergante Nautonnier con el nombre ficticio de Borrel, homenajeando al mártir revolucionario Joseph Borrel, afincándose en Rio Grande do Sul.Erminio Blotta.

Estancia y luchas en América

En Sudamérica encontró lo que quería para luchar por la independencia, aunque no fuera por su querida Italia. Apoyó a todos aquellos que querían luchar por la independencia con tanto ardor como si fuera su patria. Nada más llegar contactó con otros disidentes italianos por las revueltas de la Joven Italia, y llegó a ser presidente de la filial de esta organización en el continente americano gracias a su amigo Giuseppe Stefano Grondona. También formó parte de la logia masónica de Asilo di Vertud. Luchó entonces contra el Imperio de Brasil en la revolución de la República Riograndense liderada por Bento Gonçalves da Silva, en estas acciones tomó junto al general Davi Canabarro la ciudad portuaria de Laguna en el estado de Santa Catarina lo que facilitó la creación de la República Catarinense o República Juliana. Garibaldi entró en el cuerpo de revolucionarios de La joven Europa. Durante esta época tuvo como amantes a Manuela de Paula Ferreira, sobrina de Bento Gonçalves da Silva, y Ana Maria de Jesus Ribeiro, llamada después Anita Garibaldi.

En 1841 pasó a Uruguay, en circunstancias en que estaba en curso la guerra del presidente depuesto de Uruguay Manuel Oribe apoyado por el gobierno de Buenos Aires de Juan Manuel de Rosas, contra el gobierno de facto presidido por el Gral. Fructuoso Rivera instalado en Montevideo y que contaba con el apoyo del Brasil, de las flotas francesa e inglesa y de los «unitarios» argentinos. Declarada en diciembre de 1838, la denominada Guerra Grande se desarrolló desde 1839 a 1851. Instalado en Montevideo, además de su actividad revolucionaria, Garibaldi dio clases de matemáticas y fue ingresado a la Logia Masónica «Les Amies de la Patrie».

Bandera calabresa usada contra napoleón, enseña de la Liga Italiana de 600 hombres bajo mando de garibaldi en el Sitio de Montevideo

Montevideo se encontraba sitiada por fuerzas del presidente Oribe, apoyadas por tropas de la Confederación Argentina. En el Río de la Plata, operaba la flota de la Confederación al mando del almirante Guillermo Brown, que intentaba bloquear el puerto de Montevideo; siendo combatida por una flota del gobierno de Montevideo al mando del Comodoro Juan Coe. En 1842 el gobierno de Montevideo designó a Garibaldi como sustituto del Cro. Coe al mando de la flota, librándose entonces, el 16 de agosto de 1842 un combate naval en el río Paraná cerca de la localidad de Costa Brava. Las naves comandadas por Garibaldi fueron derrotadas por las fuerzas de Brown, superiores en barcos y hombres. Después de sufrir fuertes pérdidas, Garibaldi incendió sus naves para evitar que cayeran en manos de Brown; y desembarcando a tierra, logró ponerse a salvo con los tripulantes sobrevivientes.

Garibaldi volvió a dirigir una escuadrilla naval, al frente de la cual logró impedir que las naves de Brown ocuparan la Isla de Ratas, en la bahía de Montevideo (que pasó entonces a llamarse Isla Libertad), logrando así impedir el intento de la flota rosista de bloquear Montevideo.

Vuelto a Montevideo, en 1843 —y establecido por Oribe el sitio de Montevideo que habría de prolongarse hasta 1851— Garibaldi organizó una unidad militar mercenaria que fue denominada “La Legión Italiana”, al frente de la cual se puso al servicio del gobierno de Montevideo; que es conocido históricamente como el Gobierno de la Defensa. Entre las acciones militares en que participó Garibaldi al frente de su Legión Italiana, se destaca la que tuvo lugar en las afueras de las murallas de Montevideo, llamada Combate de Tres Cruces, por haberse realizado en el paraje así denominado, el 17 de noviembre del 1843.

Luego de ello, embarcado en una nueva flotilla de una veintena de naves con unos 900 hombres de tropa para desembarco, y contando con el amparo de las escuadras de Francia e Inglaterra pudo ocupar y saquear en abril de 1845 la ciudad de Colonia.[1] En septiembre toma la isla Martín García, defendida por diez soldados de la Confederación, y la ciudad de Gualeguaychú, la que también saquea,[2] y en octubre la ciudad de Salto (Uruguay). El 8 de febrero de 1846, en territorio de Salto, en las cercanías del arroyo San Antonio, afluente del Río Uruguay, Garibaldi y su Legión Italiana libraron el combate de San Antonio contra fuerzas superiores de la Confederación, a las que infligieron numerosas bajas, logrando retirarse de sus posiciones después de haber perdido alrededor de una tercera parte de sus efectivos.[3]

Después de diversos avatares y aventuras en este país se casa en 1842 con Ana Maria de Jesus Ribeiro, llamada después Anita Garibaldi. A ella la conoció en 1839 en Laguna, Santa Catarina, en lo que fue un auténtico amor a primera vista. Con ella tuvo cuatro hijos, Menotti, Rosita, fallecida con dos años, Teresita y Ricciotti.

Retorno a Italia y segundo exilio

Giuseppe y Anita Garibaldi refugiándose en San Marino.

Tras volver a Italia en 1848, emprendió numerosas batallas a favor de la independencia de los estados del norte de italia, ocupados por Austria y Francia a las órdenes del ejército del Reino de Saboya. Se convirtió en un auténtico héroe para el pueblo de Italia del norte ávido de libertad. Con apoyo francés, intervino en la guerra contra Austria, si bien el cambio de actitud de Napoleón III, apostando súbitamente por la negociación, truncó temporalmente los objetivos de Garibaldi. Se creó la República Romana, pero esta fue derrotada. Tuvo que huir de Italia con 3.900 soldados y su esposa Anita, mientras eran perseguidos por un ejército de españoles, franceses y napolitanos; sin embargo Anita murió en la fuga a consecuencia de una fiebre tifoidea el 4 de agosto de 1849.

Estuvo un tiempo en Tánger y luego fue hacia Staten Island, Nueva York. Posteriormente sería capitán de navío mercante por el Océano Pacífico hasta abril de 1851 cuando visitó a la heroína y compañera sentimental de Simón Bolívar, Manuela Sáenz, en Perú. Volvió a Nueva York, de donde salió en noviembre de 1853 hacia Tyneside, al noreste de Inglaterra, en donde estuvo un mes, saliendo en abril de 1854.

Segunda guerra de la independencia

En 1854 volvió de nuevo a Italia, compró la isla de Caprera y estalló la segunda guerra de la independencia italiana, siendo mayor general de los Cazadores de los Alpes, compuestos por 3.000 soldados. Con ellos conquistó Varese, Como, Brescia y en las negociaciones de paz, Víctor Manuel II logró de Austria la anexión de Lombardía, tras la que vendrían las de Parma, Módena, Toscana y Romaña, al solicitar sus gobiernos provisionales su unión al Piamonte. El siguiente objetivo de Garibaldi fue entonces lograr la anexión del reino de las Dos Sicilias, el más próspero de la península italiana al Piamonte. En dicho reino Francisco II de Nápoles ejercía una monarquía absoluta sin embargo le garantizaba el bienestar a la población. Los movimientos separatistas en Sicilia fueron el caldo de cultivo para la expedición de los Mil Camisas Rojas, auspiciada por Cavour. Al frente de su tropa de voluntarios, Garibaldi arribó a Palermo (después de haber zarpado desde Génova), donde fue recibido con entusiasmo por los rebeldes que pensaban que así lograrían la independencia de la isla, incluso algunos de estos se unieron a los Mil. Participó entonces en la supresión de la resistencia, dirigiendo más tarde sus tropas hacia Nápoles, entre las que se encontraba la Legión Intenacional, compuesta entre otras nacionalidades, por 500 húngaros, quienes derrotaron a las tropas del rey en la Batalla de Volturno, en octubre de 1860. Ante esto, obligó a Francisco II a huir y refugiarse en los Estados Pontificios, instaurando en Nápoles una república regida por un gobierno provisional. En Sicilia recibió ayuda económica de Alejandro Dumas, quien estaba viviendo allí temporalmente. Posteriormente el escritor francés también ayudó a Garibaldi a escribir sus Memorias. Ambicionando una Italia unida bajo un solo gobierno radicado en Roma, concibió la idea de marchar sobre los Estados Pontificios, defendidos por tropas francesas. Sin embargo, Víctor Manuel y Cavour, temerosos de perder lo logrado ante una radicalización del conflicto, evitaron el avance de Garibaldi. El incidente no supuso un enfrentamiento entre el rey del Piamonte y Garibaldi; antes al contrario, el revolucionario reconoció a Víctor Manuel como rey de Italia el 26 de octubre de 1860. En 1861 fue invitado por Abraham Lincoln para un puesto en el ejército federal en la Guerra Civil Estadounidense, pero Garibaldi desistió.

Tercera guerra de la independencia y últimas aventuras

Garibaldi prosiguió incansablemente sus actividades militares en busca de la unidad de Italia, emprendiendo acciones sin éxito en 1862 al grito de: ¡Roma o muerte! La protesta de Napoleón, cuyas tropas custodiaban Roma, llevó al ejército de ocupación piamontés en Nápoles a repeler a Garibaldi, haciéndole prisionero en Aspromonte (sur de Nápoles). En 1864 viajó hacia Inglaterra donde fue recibido con entusiasmo por la población y se reunió con el primer ministro Henry Palmerston. Tuvo durante esta época la ambición de liberar otras naciones ocupadas Croacia, Grecia, Hungría, pero nada de esto se hizo realidad. En 1866 estalla la tercera guerra de la independencia italiana, en donde Garibaldi y 40.000 hombres de los Cazadores de los Alpes, con apoyo prusiano, lucharon contra los austríacos en la Batalla de Bezzecca, consiguiendo la única victoria y toman la ciudad de Trento En 1867 realiza una nueva marcha hacia Roma aprovechando la retirada de tropas francesas, que se ven obligadas a desembarcar otra vez y a derrotar al italiano en Mentana.

Igualmente, luchó en la Guerra Franco-prusiana en 1871, interviniendo en la batalla de la ciudad de Dijon y posteriormente fue elegido diputado de la Asamblea Nacional Francesa, contribuyendo en el progreso de la nueva Francia republicana.

Finalmente, lograda la unidad italiana en 1870, Garibaldi fue electo diputado al Parlamento, cargo al que posteriormente renunció al no concretarse en los hechos las ideas Republicanas por las que él lucho incansablemente. En sus últimos años se retiró a la isla de Caprera donde falleció el 2 de junio de 1882.

Por sus luchas en Italia y Sudamérica desde siempre se le ha llamado el héroe de dos mundos, de Europa y de América. Aunque también se dice de su lado negro: se sostiene que en América fue esclavista, pirata y ladrón de caballos y en el sur de Italia destruyó el reino más próspero de la península, las Dos Sicilias; dejando al Mezzogiorno en la pobreza. Es por eso que sus opositores lo llaman mercenario de dos mundos.[4]

Bibliografía

“Garibaldi” – Andrea Viotti, Editorial Salvat, p. 196.

“Diccionario Biográfico Italo-Argentino” – Dionisio Petriella / Sara Sosa Miatello.

“Las Legiones Italianas en la República Argentina” – J. L. Alonso / J. M. Peña.

“Garibaldi en La Habana” I. Calzadilla, Periódico “5 de Setiembre” Cuba 02-10-04.

“La presenza di Garibaldi in Perú”, Augusto Ferrero Costa.

“Los italianos en la sociedad peruana”, Giovanni Bonfiglio, p.126.

“La vita italiana nella Republica del Perú”, Emilio Sequi / E. Calcagnoli, 1911.

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